domingo, 29 de mayo de 2016




"El lenguaje de las flores"


Se preciaba de conocer bien el lenguaje de las flores. De vez en cuando se sorprendía a sí misma hablándoles mientras las regaba, las trataba con mimo, como si le estuviera contando un cuento a un niño para animarlo a tomar verduras.  De pequeña su flor favorita había sido el jazmín, se identificaba con su olor fresco y joven. Al crecer fue inseparable de las margaritas, tan indecisas como ella: ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no... Un día sus ojos se fijaron en un chico que frecuentaba el café donde trabajaba, ¡Menudo gladiolo, que guapo es!. Desde el primer día que lo vió en aquella mesa, su rincón favorito de la cafetería, no dejó de colocar ramitos de violetas junto al azucarero, intentaba así llamar su atención. Lo consiguió, se conocieron, se amaron y acabaron uniendo sus vidas. El día de la boda llevó un trio de calas blancas a juego con su vestido, como Dios manda. En su hogar colocaba orquídeas de todos los colores por toda la casa, elegantes y alegres como su propia existencia. Durante mucho tiempo en su almohada nunca faltó una rosa roja al amanecer. Era muy feliz y por muchos años lo fue; tanto que su jardín pasó a un segundo plano. Los años pasaron rápidos. Pero llegó el día en que las rosas escaseaban en sus despertares; no eran tan rojas, les faltaba color y aroma. Igual que a sus secas conversaciones les faltaba algo de abono y riego. Con el hastío y los celos siempre rondando por su cabeza, optó por mostrarle sus sentimientos con ranúnculos y jacintos amarillos, no había otra forma, apenas coincidían en el espacio. Pero donde ella veía oportunidades él solo veía narcisos; la crisis de los cuarenta le llaman. Él acabó abandonando el jardín que ella había creado. Ella siguió regando y mimando sus plantas. Como si fueran los nietos que no le dieron los hijos que nunca tuvo. Así mismo dejó de regar el resto de sus ilusiones; no cultivaba amistades y dejó fluir el resto de sus días esperando un vendaval milagroso que la separara de su existencia. Ajada y consumida asumió su soledad, más visible y triste aún con el paso de los años. Ella nunca lo abandonó en sus pensamientos y nunca dejó de llevarle camelias blancas a su tumba. En la suya reposará sola y de por vida la corona de plástico gentileza de la funeraria.

Imagen: Emil Nolde

miércoles, 25 de mayo de 2016






"Entraré en la nada y me disolveré en ella"
José Saramago


TRÁNSITO 

La curiosidad le ganó el pulso a la inevitable levedad que sentía y se dejó arrastrar, como si huyera de algún viento travieso. Entró furtivamente evitando hacer ruido; sólo el silbido a su paso dejaba un murmullo hueco. Al principio se desplazaba despacio sin dejar de mirar atrás, pero su tránsito fue ganando confianza. Guiada por un mapa imaginario se dirigió directa al ventanal. La sala se orientaba al norte y allí estaban, frente a ella, no había duda, las ventanas de su infantil dormitorio; reconocía las cortinas de flores volando hacia la calle, su madre siempre las dejaba abierta por las mañanas para orear. ¿Cuántas  veces se había asomado por ella contemplando las grandes y luminosas vidrieras a lo lejos? ¿Cuántas mañanas había imaginado el interior coloreado de las estancias de aquel viejo palacio?  ¿Cuantas tardes de verano ensayaba piruetas al ritmo de la música que despedían aquellos ventanales abiertos? ¿Cuántas noches sus sabanas se convertían en vaporosas gasas que rozaban aquel suelo? ¿Cuánta vida ha pasado desde aquella infancia?   

Su cándida imaginación le había retratado un mundo onírico. Lo curioso era que nada le resultaba extraño, todo era tal y como lo había fantaseado. No sabe si sus pies pisaban aquellos vacíos suelos o eran sus alas las que le posaron en aquel salón, ahora frío y sin público. No entiende cómo se distrajo de su desdichado destino para hacer una parada en aquel lugar, tan lejano a su propio mundo pero tan presente en su vida. Aquello sí que era otra dimensión. Con la misma sensación de quien acaba de cumplir una promesa muchos años pospuesta continuó su tránsito y se alejó.

Su madre le decía que nadie debe abandonar el mundo sin ver antes realizado al menos uno de sus sueños. 




Imagen:  "Château des Singes"

domingo, 22 de mayo de 2016




UN DÍA GAFADO


Desde que puso el pie en el suelo aquella mañana -seguro que fue el izquierdo- la mala suerte le acompañó durante toda la jornada. Ya a medio día, la certeza de que la fecha estaba gafada, le configuró de algún modo su agenda. No quiso tomar ninguna decisión importante, ni aventurar ninguna empresa por temor a confirmar sus supersticiones. Anduvo despacio, habló lo justo, comió algo frío y apenas si tocó sus frágiles tesoros. "Mañana será otro día" pensó. Así que decidió dejarse llevar por las aguas del azar sabiendo que en algún momento, de pronto y sin avisar, su corriente la dejaría reposar en cualquier orilla tranquila. Pasada la media tarde, un encuentro con aquel personaje, tan fugaz en el tiempo como intenso en su conciencia, le dejó con el corazón bombeando ilusión por todas sus venas, en su fluir llegaba a regar su razón con inventadas esperanzas. Una sonrisa boba se apoderó de su semblante y pensó que todas las tribulaciones del día se veían recompensadas por dicho encuentro. "Bah, que tonta! Y  pensar que he creido que era un mal día....." En su imaginación comenzaron a desfilar como en un pase de diapositivas sus futuros encuentros con él, redactó con tinta invisible una relación ideal con apuntes desordenados y se vio escribiendo el primer capítulo de una apasionada novela, la suya. El día acabó como acaban todos los días, apagando luces y bajando párpados.  Después de aquel,  muchos llegaron con la suerte ya predestinada y, aunque se había tatuado su imagen en el pensamiento, no volvió a verlo. Las diapositivas se fueron velando y el papel de sus escritos transparentes amarilleando. Así pues no le quedó más remedio que reconocer que aquel día estuvo ciertamente gafado....


Imagen: Matt Webber. 

domingo, 15 de mayo de 2016




SEDUCCIÓN GEOMÉTRICA 

Fue contando las baldosas en el suelo a la vez que saltaba a la pata coja. Reposaba sobre las negras en un perfecto equilibrio para evitar caer en las blancas, representadas en su imaginación como el vacío de un pozo. Seducida  por la geometría de las estrellas de rombos y hexágonos se mareó y cayó en un confuso sueño de visiones celestiales y astros azules. Abrió los ojos despacio y sin moverse fue recorriendo con la mirada la historia sagrada que se le presentaba en fragmentos. Viñetas con vida propia, como en un cine panorámico. Una a una su cuello giraba ansioso por verlas todas, tanto que creyó que su cabeza se separaba del cuerpo y salía disparada como la hélice de un helicóptero para volar a contemplarlas de cerca.  Finalmente, cansada por el vuelo, se relajó, cerró los ojos y quedo dormida sintiendo todo un cielo estrellado protegiéndola. Despertó sintiendo un bullicio de susurros lejano, una voz familiar  y pasos de variadas suelas. Un grupo de ojos rasgados la observaba entre tiernas risitas y entre ellas su madre, de uniforme, la única que la miraba con los ojos muy abiertos y enfadados. Conocía esa mirada, la veía cada vez que cometía alguna travesura. Se levantó y se marchó saltando a la pata coja cayendo sobre las losetas negras.


Imagen:
Frescos de Giotto (siglo XIV)
Capilla de los Scrovegni. 

sábado, 14 de mayo de 2016


"El peso de la ansiedad es mayor que el del mal que la provoca"

"Robinson Crusoe"
Daniel Dafoe



ALETEOS

Siento cosquillas en el estomago, pero no son mariposas. Lo sé porque las mariposas me gustan, pero esta sensación no. Ojalá lo fueran. Quizás sea algún tipo de criatura desconocida, perteneciente a la fauna abisal, pero me temo que estas son viejas conocidas. Además, no les basta con quedarse en las profundidades. Suben por el esófago y buscan hueco entre las costillas. Las noto perfectamente. Son ligeras y punzantes. Se clavan en los pulmones y me pillan pellizcos. Respiran mi aire. Más bien diría que me lo roban. Inhalo pausadamente, exhalo, inhalo, exhalo, tantas veces como puedo, para renovarlo. No me gusta quedarme sin aliento. Una manía muy común entre los mortales.

Hay a quienes les resulta fácil expulsarlas por la boca. La vibración del grito las anima y escapan volando alto. Pero hay que saber hacerlo. Yo no puedo. No me sale. Hubo un tiempo que lo hacía a menudo. Pero me dejaba un regusto amargo en la boca y abandoné la costumbre. También las lloraba. Me resultaba fácil arrastrarlas en una corriente de lagrimas. Reconforta, sí, tanto como expulsarlas a carcajadas. 

Dicen que lo peor es que se queden dentro, pegadas a las venas, en las paredes o en las mucosas. Me las imagino allí agazapadas, en la garganta, todas quietecitas, expectantes. Como un ejército dispuesto en fila preparando la ofensiva. Estratégicamente ordenado para atacar. Cuesta mucho trabajo mantenerlas tranquilas porque hay quienes resultan muy atrayentes para ellas. Su actitud las atrae poderosamente. Y acabas apretando los puños; tan fuerte que tus nudillos parecen canicas. En esos momentos procuro controlarlas con movimientos suaves, disminuyo la velocidad en los movimientos, al menos superficialmente, para que el ambiente se calme, se ralentize y no morir por exceso de velocidad. Disimulo, bajo el volumen, respiro e incluso sonrío, disfrazando sus efectos con una capa de sosiego. No quiero que escapen y se estampen  en la cara de algún inocente. Pero es necesario hacer limpieza usando los instrumentos adecuados. Cuando das con la tecla salen en estampida. Es curioso. Al principio no lo notas, pero poco a poco una superficie blanca se va tiñendo de negro, tienen el aspecto de insectos que al ver la luz se ciegan y se topan con una pared.   Salen a borbotones, caóticas en su intento por huir para cumplir con su objetivo, que no es otro que hacerse visible. Y acabas percibiendo cómo el bicolor de las formas, entre espacios y signos, va cobrando sentido. Lo miras con calma y borras, ordenas, añades, corriges..... El pellizco va desapareciendo suavemente, vuelve  la respiración y en el estómago se van diluyendo los aleteos. Parece que he vomitado sobre un papel aquello que me angustiaba. Pero yo solo veo letras. 

miércoles, 11 de mayo de 2016





"Pero yo amaba a Narciso porque, cuando recostado en mis orillas se inclinaba a mirarme, en el espejo de sus ojos veía mi propia belleza reflejada." 
Oscar Wilde. 



NARCISO

Era bien parecido, de mirada atractiva, alto, simpático, recurrente y elegante. Pero por mas que intentaba buscarle dueña a sus encantos no encontraba a nadie que superara sus expectativas.

"Solo quiero a alguien como yo. No me gustaría provocar en nadie un molesto sentimiento de inferioridad" pensaba. 

Había tenido muchas citas. Antiguas amantes, amigas de la infancia, amigas de amigos y alguna que otra cita a ciegas por internet. Pero nunca eran lo suficientemente buenas para él. No llegaban a su altura, a la que él mismo se había subido; un pedestal creado para no ser alcanzado. Narcisismo y arrogancia, ingredientes básicos de una perfección inventada. 

"No es por criticar amigo mío... pero la humildad te falta, no crees?" Le habían insistido los pocos amigos que le quedaban.

Se había vuelto insoportablemente aburrido, intolerante y pedante. Sólo se sentía cómodo en las conversaciones que giraban en torno a él. Comenzó a crearse monólogos. Sus oídos, cerrados al mundo ordinario y exterior,  sólo dejaban entrar los halagos. Sordo a lo demás. Y así cada vez más aislado, cada vez más alto, cada vez más solo se recreaba en el espejo...

 "Ay, amigo... Que bien te queda el azul cielo!!!"



lunes, 9 de mayo de 2016



LOS LUNES AL SON



¡Monday, monday, so good to me.... monday, monday...! 

Desde el baño la radio sonaba lejana, distorsionada y sarcástica, como un demonio enjaulado en las ondas repitiéndose una y otra vez. Se miró en el espejo y el reflejo le devolvió una mirada burlona a punto de carcajearse de su patética imagen.

....monday, monday...! 

Después de quemarse con el agua de la ducha y percatarse del vacío del bote de gel, salió de la nube de vaho tanteando con manos y pies buscando la toalla. La encontró empapada, hecha una bola y oliendo a camarote del Arca de Noé. A la maquinilla de afeitar se le subieron los aires y se creyó guillotina. Las marcas en su piel daban constancia de que al menos lo había intentado. 

....monday, monday, so good....! 

La radio seguía sonando. La cafetera borboteaba a punto de explotar dejando lavas de café carbonizado por toda la vitro cuando un olor a quemado le recordó que había sacrificado la última rebanada en el infernal aparato. Suavizó el café quemado con la leche, tiró la chamuscada tostada y salió de casa. Retornó en el minuto uno al darse cuenta de que se había olvidado el móvil en la cocina. De paso cogería un paraguas;  goterones del tamaño de monedas de dos euros dibujaban lunares en la acera.  Comenzó a darle la vuelta a los bolsillos buscando las llaves. Al parecer el teléfono no era lo único que había olvidado.  

Mientras, la canción seguía sonando como una broma macabra y machacona dentro de su cabeza. 

....monday, monday.....!!! 

domingo, 8 de mayo de 2016




DESAYUNO CON AMIGOS



Mi encuentro con ellos se produce todas las mañanas, o casi todas. Son jóvenes, insolentes y osados.  Se colocan estratégicamente, alertando de su presencia y se van afianzando para observarte mientras desayunas, ladeando su cuello a ambos lados de forma intermitente, buscando mi lástima y su premio. Clavan sus ojos negros y redondos como perdigones en mi tostada al mismo tiempo que con su pico me hacen morritos. Son traviesos, indiscretos y cantarines. No dejan de cantar, bajito, para no molestar. Los límites los ponen ellos. Al menor movimiento que hago salen volando dejando un aire de "¡a ver si me pillas!" en el ambiente. Cuando les acercas tu obsequio, primero tantean  el terreno, mirando en todas direcciones, para no ser cazados. No sé si les doy demasiada confianza porque al menor descuido se posan en mi plato. Luego en un abrir y cerrar de ojos prenden su trofeo casi al vuelo, lo engullen a salvo de miradas curiosas y avisan a sus primos que en la retaguardia esperan ansiosos su turno. Aunque sinceramente, no sabría decir si se trata de uno solo que continuamente regresa a por otra ración o de alguno de los miembros de su clan. Todos se parecen tanto...

viernes, 6 de mayo de 2016




LA GARRAFA ROTA

Carlos no creía lo que acababa de ocurrir. Le dió mil vueltas a la garrafa y otras mil se convenció de que no había mucho que componer. Se chupó y relamió el pulgar una y otra vez,  como esperando una solución de su propia saliva. Pero acabó con el dedo y el corazón arrugado y esperando la reprimenda que le iba a caer encima.

"Sin duda mi madre se habrá despertado ya con el ruido, mi padre se va a enfadar muchísimo cuando vea que he roto la garrafa de uno de sus clientes. ¿Qué voy a hacer ahora?" pensó. 
Ya se veía castigado sin poder salir a jugar, sin postre y sin cuento de buenas noches. Las lágrimas empezaron a salirle despacio, de una en una, como las goteras del techo del trastero los días de lluvia. Su madre apareció por detrás con la bata a medio cerrar y sus fieles zapatillas puestas, esas mudas, discretas y sigilosas armas arrojadizas que usaba a veces para avisarle desde lejos de sus travesuras. 

-¡Dios mío! ..... ¿Que ha pasado aquí?.... Carlos ¿Que has hecho?- gritó en susurros su madre; ella sabía cómo hacerlo para no despertar a su padre - ¡Pero por el amor de Dios... Contesta!

Carlos notó que el goteo se iba convirtiendo en una cascada de lágrimas. Los mocos le ahogaban, su corazón se encogía por segundos y las palabras se le amontonaban en una bola que no sabía cómo expulsar de una forma creíble. Y así, gimiendo y tartamudeando sílabas inconexas, oyó el crujir de las escaleras. Su padre bajaba por ellas y estaba a punto de descubrir su faena. Y lo peor de todo: a punto de dar al traste con su sorpresa. 

- ¿Que pasa aquí? - preguntó bostezando - ¿Hay ladrones, ratones o ....??? Pero bueno.....!

Carlos en ese momento corrió a abrazar las rodillas de su madre. Si se hubiera abrazado a una columna habría valido lo mismo; su compasión se endurecía en momentos críticos, aunque sabía por experiencia que al final terminaba por ablandarse. No le quedaba mas remedio que confesar. Huir por la ventana y en plena noche no lo veía como una opción posible. No a su edad. 

- Yo sólo quería..., estaba preparando..., estaba en medio de la cocina y no lo vi... -balbuceaba Carlos, a la vez que intentaba sorberse las aguas turbulentas que no paraban de salirle por la nariz y los ojos. 

- Creo que esta vez del castigo no te libras.... ¡sinvergüenza! - dijo su madre apuntándole con el dedo, esta vez sin susurros.

- ¡Espera! - la cortó su padre - ¿Que es todo aquello en la mesa de la cocina? Y...¿Que hace el horno encendido? Y este olor..., uummmm... manzana y canela con un toque de miel... Espera, espera, esto no será...???

- Si papá .... Te estaba preparando una sorpresa. Come se que es tu favorita.... ¿Esperarás a castigarme después de tu fiesta de cumpleaños? -comentó con la boca pequeña, pequeñísima, casi cerrada, los ojos húmedos y la cabeza agachada. 

-¿Castigarte? - preguntó con una sonora carcajada- No hijo, no. ¿Cómo voy a castigarte por preparar mi bizcocho favorito? Además, la garrafa ya estaba rota, no tenía arreglo. La tenía justo en medio para recordar que tenía que sustituirla mañana a primera hora. 

Carlos cambió del llanto a la risa en cuestión de segundos. El peso de la conciencia le aligeró los tobillos y empezó a dar saltos alrededor de sus padres.  De pronto un olor a bizcocho recién horneado invadió la estancia endulzando la escena. 

- ¡ Uuummm, que bien huele!! - Dijeron riendo los tres a la vez. 

Y colorín colorado...... 

Imagen: "La garrafa rota" de Joseph Bail

lunes, 2 de mayo de 2016



CARTAS: ¿Reliquias del pasado?

¿Quien es el dueño de una carta: quien la escribe o quien la recibe?

Es esta una pregunta para la que no tengo respuesta. Las cartas: esas reliquias del pasado, boletines de noticias con besos, abrazos, saludos y despedidas incluidas. Al escritor le brindaban la capacidad de reflexionar sobre el mensaje, haciendo bailar las palabras en una danza intencionada. Borrones de remordimientos o de lagrimas que caen sin dar tiempo a evaporarse, huellas de labios invisibles que besan una superficie que será descifrada solamente por quien lo espera, fotos incluidas de algún momento inolvidable que merece ser compartido. La carta no es sólo un pedazo de papel que puede guardarse  cerca del corazón o ser quemado en el fuego del olvido. Es mucho más que eso. Es tiempo, recuerdo, cercanía.... Cuando no había teléfonos ni ordenadores era la forma de mantener el contacto para los que les alejaba la distancia.  No echo de menos la lectura en papel,  los libros siguen asomados en mi estantería, pero echo en falta la mirada expectante al buzón, el alborozo de ver un sobre escrito a mano por una caligrafía familiar, el reservar la lectura, una y otra vez, de esos folios escritos con vivencias y sentimientos  convertidos en tinta.

En la era de la inmediatez,  "lo pienso, lo escribo, lo mando", las cartas han desaparecido de nuestras vidas y los buzones se oxidan a veces sin mirar sólo rellenos con publicidad y cartas del banco.

¡Que tiempos aquellos!

domingo, 1 de mayo de 2016


SUEÑOS DE AYER

Tiempo hacia que no te soñaba. Y hoy, precisamente hoy, te has presentado en ellos. Sin avisar y sin aparecer siquiera. Pero estabas ahí. Lo sé porque en ellos te he llamado como pidiendo auxilio. Sí, ayuda, como un niño pequeño que llama a su madre cuando se sabe en peligro. Me ha producido desasosiego el despertar, porque aunque pasen los años, tu ausencia no se asume del todo. En el sueño me andaba columpiando en una burbuja de agua, me divertía, era agradable. No recuerdo si volvía a ser una niña pequeña o era la que soy ahora. Pero cuando la burbuja se fue cerrando, y el agua fue entrando en ella te llamé a ti. No pedí socorro, ni auxilio, sólo te llamé a ti...
Creo en los significados de los sueños, pero aunque no creyera, se que hoy has estado conmigo. Como una buena madre. Porque en el fondo sabias que hoy te he añorado.