lunes, 26 de junio de 2017


  

LAS NIÑAS YA NO QUIEREN SER PRINCESAS 


           Al grito de: "¡La primera que se siente en el banco es princesa!" corrieron todas como locas a ganarse la corona. Rizos, lazos, volantes y alguna que otra horquilla cayeron por el camino. Todas menos Laura, la mayor además de la más ágil y veloz de la pandilla, quizás por aquello de ir libre de artificios. Sin moverse de su sitio, disimulando un picor en la rodilla y el despiste propio de aquellas órdenes que no quieren ser satisfechas, vio a las demás disputarse el primer puesto. Al fin, ralentizando su paso infantil, pero no por ello menos cansado, se sentó en el lado opuesto del banco y en voz bajita, apenas perceptible un orgullo inmenso, susurró: "... y aquí, el príncipe". 



lunes, 12 de junio de 2017

                        



LA VISITA



     Subió los ocho pisos que lo separaban de la azotea aprovechando que el abuelo sesteaba en su sillón. Depositó la jaula y la mochila en el rincón donde se escondía el único triángulo de sombra. Allí mismo, escondiéndose él también -no sabía de quién o de qué- se desvistió, se embadurnó de pies a cabeza con la levadura que encontró en la cocina -al fin y al cabo ya nadie la usaba- y se colocó a la espalda las alas del disfraz de ángel que su madre le cosió, hasta bien entrada la noche, para el belén de las últimas Navidades. Luego, abrió la jaula del canario, lo agarró con sus dos manitas para que no se le escapara antes de atarle el cordelillo que uniría su muñeca a la pata del pájaro. Se chupó el dedo y lo alzó buscando la dirección del viento, agarró fuertemente las alas y juntos se lanzaron a buscar la corriente de aire que los llevaría a las nubes, confiado en que allí, su madre, lo estaría esperando.



*Relato ganador del concurso  #palabrasalviento de Zenda.