martes, 26 de abril de 2016




TARDE DE CONFIDENCIAS

Algo mágico sucede en una tarde de confidencias, algo que no se puede explicar con palabras aunque sean ellas mismas las protagonistas absolutas del misterio.  El tiempo se detiene alrededor de una mesa donde los temas van saltando como ranas de una pena contenida a carcajadas incontroladas. Para mantener húmeda la lengua, que no para de bregar, una o dos tazas de café y unas copas de licor, alargan la tarde hasta la hora de la cena. Sólo hay hambre de relatar, contar, poner al día la agenda de las experiencias, porque  los sentimientos si no se cuentan se acumulan en las paredes del alma, pesan y se encallan. Deseos, rencores, júbilo y pesar salen por la boca, como culebrillas que escapan del anonimato que el silencio envuelve. Parece que se hacen más livianas las tristezas cuando la reserva del secreto pasa a través de un oído atento. 

¡Que me disculpen los psicólogos pero no hay mejor cura para el alma que una tarde de confidencias!! 


Imagen: "Le bistro" 
EDWARD HOPPER

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