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miércoles, 11 de mayo de 2016





"Pero yo amaba a Narciso porque, cuando recostado en mis orillas se inclinaba a mirarme, en el espejo de sus ojos veía mi propia belleza reflejada." 
Oscar Wilde. 



NARCISO

Era bien parecido, de mirada atractiva, alto, simpático, recurrente y elegante. Pero por mas que intentaba buscarle dueña a sus encantos no encontraba a nadie que superara sus expectativas.

"Solo quiero a alguien como yo. No me gustaría provocar en nadie un molesto sentimiento de inferioridad" pensaba. 

Había tenido muchas citas. Antiguas amantes, amigas de la infancia, amigas de amigos y alguna que otra cita a ciegas por internet. Pero nunca eran lo suficientemente buenas para él. No llegaban a su altura, a la que él mismo se había subido; un pedestal creado para no ser alcanzado. Narcisismo y arrogancia, ingredientes básicos de una perfección inventada. 

"No es por criticar amigo mío... pero la humildad te falta, no crees?" Le habían insistido los pocos amigos que le quedaban.

Se había vuelto insoportablemente aburrido, intolerante y pedante. Sólo se sentía cómodo en las conversaciones que giraban en torno a él. Comenzó a crearse monólogos. Sus oídos, cerrados al mundo ordinario y exterior,  sólo dejaban entrar los halagos. Sordo a lo demás. Y así cada vez más aislado, cada vez más alto, cada vez más solo se recreaba en el espejo...

 "Ay, amigo... Que bien te queda el azul cielo!!!"



viernes, 22 de abril de 2016





RUBOR AZUL


Un marinero le preguntó a su nieto:
 "¿sabes porqué es azul el agua del mar?"
El chiquillo le ofrecía respuestas lógicas aunque no llegaban a satisfacer al anciano.
El abuelo le preguntó de nuevo, pero esta vez al oído, de forma confidencial le susurró:
 "¿que notas en tus mejillas cuando esa chica de las trenzas te mira, te habla, se sienta a tu lado en el pupitre?"
El niño sintió de pronto sus mejillas arder. El abuelo, sonriendo, le puso un espejito delante.
"Mírate" le dijo. "Es rubor, debajo de tu piel hay sangre, por eso el color."
El muchacho atónito no entendía...
El abuelo continuó :
"la sangre que fluye por el mar es transparente, pero el cielo le presta su color cuando lo toca, igual que tú tomas prestado el corazón de esa chica por un instante".